Mezquita Santa Sofía en Estambul. Fue la cátedral más grande del mundo antes de la ocupación musulmanana en el siglo VI. | Foto: INGIMAGE.

MUNDO

El progreso de los musulmanes que es poco conocido

Las noticias que llegan de Medio Oriente y la actitud hacia esta población permite pensar que han sido pueblos atrasados. ¿Qué tan cierto es?

23 de diciembre de 2015

Sencillas máquinas de hilar, con rústicos mecanismos, producían sin parar. Llegaban cientos de miles de sacos de algodón provenientes de América e India, y salían cargamentos de paños. Los barcos ingleses escupían vapor cuando zarpaban de Bristol, Liverpool y Glasgow a todos los rincones del mundo.

Las ciudades y la economía crecían. Gran Bretaña producía más que ningún país europeo. Y sus barcos, desde comienzos del siglo XIX, empezaban a tocar puertos en Asia, África, América y Europa.

Pero los otros reinos de Europa no se quedaban rezagados. Franceses y belgas surcaban también con sus barcos las costas orientales del Mediterráneo e intervenían, de una manera cada vez más ofensiva, en los territorios del Imperio Turco - Otomano.

Las novedosas técnicas de la industria propiciaron que los productos europeos inundaran el Medio Oriente, mientras que los súbditos del Imperio Otomano hacían de sus tierras extensiones de la economía industrializada. Vendían cereales, aceite de oliva, seda y algodón y compraban paños, hierro y carbón.

Los europeos se enriquecían: entre 1815 y 1850 el valor de las exportaciones británicas en el Medio Oriente aumentó un 800 %, según afirma el historiador inglés, Albert Hourani.

No obstante, la intervenciones europeas no eran solo económicas. Las potencias decidieron mediar entre las relaciones del sultán y sus súbditos. Así auspiciaron la creación del Estado Serbio en 1830 y del reino griego en 1833. El gobierno francés, influido por los comerciantes de Marsella, invadió Argel en 1830.

El Imperio Turco, con razón, empezó a sentirse bajo un cerco. Sus productos manufacturados eran incapaces de competir y los barcos y ferrocarriles hacían que sus rivales tocaran sus puertas cada vez más rápido. Además, los feroces mamelucos y los temibles jenízaros ya no servían como guardianes. Sus filas parecían derrumbarse ante los disparos europeos.

Las posesiones del imperio turco se repartían, a veces en zonas de influencia, con gobiernos dispuestos a seguir consejos que parecían órdenes, presionados por la presencia militar.

Cuando las clases medias educadas, los burócratas y los funcionarios, e incluso los sultanes, veían que su mundo se desmoronaba ante los invasores, iniciaron ingentes esfuerzos por enfrentar los retos.

Muhammad Alí, después de tomar el poder en Egipto, modernizó al ejército para seguir los pasos de la ciencia militar europea. También envió misiones de ingenieros y médicos para que se formaran en Europa. Lo mismo hizo el Sultán Mahmud II: trajo instructores para que le enseñaran a sus nuevos reclutas. Y tanto en Egipto, como en el Imperio Otomano y Túnez, se ampliaron las libertades civiles. Las normas coránicas, empezaron a ser sustituidas por códigos civiles.

No sin oposición, como también la hubo en Europa y en América, muchos de los territorios con mayoría musulmana empezaron a modernizar sus instituciones. La burocracia, el ejército, la legislación, comenzaron su transformación.

Así que hoy, cuando se asocia al musulmán con el atraso, es necesario recordar que en el Medio Oriente ha habido mucho más reformismo del que podríamos imaginar. Las mujeres musulmanas en Turquía pudieron votar antes que en Francia, el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y, desde luego, países de mayoría islámica como Turquía, Bangladesh, Pakistán, y Senegal, han tenido mujeres como jefas de Estado. ¿Cuántas ha tenido Estados Unidos, el liberador del Medio Oriente?

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